

Inmigrantes con niños corren hacia abarrotadas barcas en el norte de Francia
Al amanecer, hombres, mujeres y niños con chalecos salvavidas corren por la playa hacia el mar en el norte de Francia, bajo la mirada vigilante de la policía, con el objetivo de cumplir su sueño: llegar al Reino Unido.
Al menos 15 personas han muerto intentando cruzar el Canal de la Mancha de forma irregular desde enero, después que un récord de 78 personas perdieran la vida en esta peligrosa travesía el año pasado.
Pero en los últimos días, los migrantes han aprovechado el buen clima para intentarlo. Las autoridades británicas dijeron que, el viernes, 919 personas desembarcaron en su costa y 134 llegaron el sábado.
No son aún las 05H00 de la mañana del lunes en la playa dominada por las torres de la central nuclear de Gravelines, donde un grupo de migrantes espera un bote que no llega.
Con los pies en el agua, el grupo decide regresar hacia las dunas, bajo la atenta mirada de los policías desplegados en varios puntos de esta inmensa playa del norte de Francia.
Al mismo tiempo, un grupo muy numeroso, en el que casi todos los migrantes llevan chalecos salvavidas, baja corriendo las dunas hacia el mar, provocando una nube de gases lacrimógenos disparados por los policías.
Logran atravesarla y se esconden más lejos, en dunas cercanas a la central. En el cielo, un dron zumba mientras un avión de Frontex, la agencia europea de vigilancia de fronteras, sobrevuela la playa.
- "Taxi-boats" -
Francia y el Reino Unido han prometido mano firme contra los traficantes de personas que cobran tarifas elevadas a los migrantes para cruzar a Inglaterra, a menudo en barcos sobrecargados y no aptos para navegar.
Para evitar que las autoridades francesas los detengan en tierra, los traficantes desarrollaron los llamados "taxi-boats", que se acercan a aguas poco profundas y obligan a los migrantes a vadearlas para abordar.
Pero las olas y el hacinamiento, combinado con el hecho de que muchos no saben nadar, vuelven estos abordajes particularmente peligrosos.
En Gravelines, un bote inflable aparece lejos en el agua y surca lentamente hacia aguas poco profundas. Desde su escondite, los migrantes ven su esperada embarcación.
Con algunos padres cargando niños en sus hombros, el grupo se apresura hacia el agua por segunda vez. Algunos pronto tienen agua hasta los hombros, otros pierden pie y muchos gritan.
Los padres intentan desesperadamente subir con niños pequeños, mientras un bote inflable de la marina francesa da vueltas cerca, listo para intervenir.
Los oficiales de policía en la playa corren hacia la orilla.
- Despliegue policial -
En virtud del derecho internacional, una vez que los migrantes están en el agua, las autoridades francesas solo pueden intervenir para rescatar a alguien en peligro.
Pero el ministerio del Interior francés dijo este mes que esperaban poder intervenir hasta 300 metros de la costa para evitar que los "barcos-taxi" recojan a sus pasajeros.
Al final, la mayoría del gran grupo de hombres, mujeres y niños logra subir al barco. Los jóvenes logran un sitio montándose en la parte exterior inflable.
Pero los miembros de otro grupo más pequeño que intentan unirse no tienen tanto éxito. La policía detiene a dos mujeres cuando se acercan al agua, cada una con un niño pequeño cogido de la mano, uno de ellos llorando.
El resto del grupo, varios de los cuales eran eritreos, se rinde pronto y regresa a la playa, con la cabeza gacha, pasando junto a policías apostados cada 20 metros a lo largo de la arena.
Según trabajadores humanitarios, más de 1.500 migrantes han estado alojados en el campamento de Loon-Plage cerca de la playa en los últimos días, esperando un buen momento para emprender su viaje por el mar.
Z.Hartl--NWT